En mi humilde opinión las relaciones humanas están basadas en la confianza, si esta no existe es muy difícil que esta relación continúe su crecimiento de forma normal y saludable, esto se aplica a la relación con nuestros amigos, familiares, socios, compañeros de trabajo y en forma muy especial a nuestras parejas. Yo aprendí esta lección hace mucho tiempo, así que decidí que no quería vivir con la desconfianza.
Lamentablemente en algún momento de debilidad caemos presos de las sospechas, vemos fantasmas por todas partes y nos entregamos a la gran maraña de nuestros retorcidos pensamientos, para terminar escudriñando en detalles, papeles, fechas, fotos y todo aquello que nos proporcione información y alimente nuestro demonio interior (para esto las redes sociales y el internet son muy útiles).
Yo no sé si alguna vez me han engañado o no, es muy probable que en algún momento lo hayan hecho pero nunca me di el trabajo de comprobarlo, siempre me bastaba con tomar atención a los detalles para saber que era el momento de romper palitos y salir por la puerta grande del amor propio y el orgullo (Gracias a mi mamá y sus particulares consejos). Ello fue tal vez porque nunca tuve la intención de quedarme con nadie y muy dentro de mi sabia que esa persona solo era una parte de la historia, que no sería el protagonista final nunca. Así que no veía motivos para el drama.
De esta manera transcurrían mis días sin gran sobresalto, cargados de mucho sarcasmo y cinismo para evitar los compromisos sentimentales. El día menos pensado y en el lugar mas insospechado encontré a mi medio limón buscando un abridor en la cocina de mi casa, así como lo leen, en la cocina de mi casa, nos miramos, nos hablamos, reímos juntos y de pronto nos conocíamos de toda las vida, perdí la razón, la cordura, la noción del tiempo y simplemente me estrelle con mi extraña mitad. Descubrí que el mundo es maravilloso, perdí el temor a las reservas y al unísono dijimos:
- ¡CARPE DIEM!
Todo fue perfecto entre nosotros, hasta que alguien sembró la semillita de duda en mi cabeza y en ella pronto se ramifico su gran enredadera. Lo nuestro no podía ser tan perfecto, esas cosas no existen, algo de malo debía de tener, y una cualidad que tenemos las personas envenenadas por la duda es que vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír.
La duda me carcomía por dentro, mis pensamientos corroían todos mis sentidos, falte a mis principios y busque en su billetera, en su computadora, en el Hi5 y cuando encontré su cuenta de correo abierto no perdí la oportunidad de escudriñar en busca de ¡PRUEBAS!, no se me ocurrió mejor idea que ingresar a sus contactos de Hi5 uno por uno para revisar fotos incriminadoras, la barrera de seguridad no lo fue por mucho tiempo, me di el trabajo de pedir a un amigo de sistemas que me enseñara a violar el encriptado para regodearme a mis anchas y así satisfacer mi apetito de curiosidad, al fin encontré lo que tanto buscaba, un nombre, un rostro, un pasado y basta tan solo con decir que lo único que me falto fue saber el color de su ropa interior (hasta encontré su tipo de sangre).
Todo mi ser ardió en llamas y puedo jurar que nunca he sentido un dolor tan terrible, con todas mis ¡PRUEBAS! me encamine matar al culpable de mi sufrimiento y a obtener una confesión por las buenas o por las malas. Todas las torturas posibles desfilaban en un carnaval por mi cabeza y al ritmo de la zamba.
Pero de pronto un rayo de lucidez me ilumino momentáneamente, finalmente no podía correr el riesgo de hacer una acusación con plena seguridad y luego ser desmentida totalmente, pasar de ser la dulce novia a la histérica bruja venenosa y desquiciada que habita en mi más oscuro interior. Revise mis fuentes de información, compare fechas y grande fue mi sorpresa cuando pude comprobar que las más recientes tenían fechas que culminaban en el 2005, un año antes de que yo conociera a mi limón. De pronto me sentí como una gran bruja loca o en el concepto de mi limón una ¡¡¡MUJER NORMAL!!! En todo el sentido de la palabra (para él ese es el peor de los calificativos). Después de todo lo actuado no puede evitar la vergüenza y le confesé a mi limón todas las patrañas de mi cabeza, las cosas que había hecho y las torturas que le había preparado, le pedí disculpas y tuve que enfrentar su mirada de desaprobación. Me arrepentí de mis pensamientos y me odie a mi misma por la bajeza de mis actos, él me abrazo y me hizo las siguientes preguntas:
- ¿Con quién hablo todos los días hasta que me duermo?
- ¿Con quién estoy cuando no estoy en mi trabajo?
- ¿Con quién asisto a todas partes?
- ¿Con quién quiero vivir todos los días de mi vida?
Yo respondí muy bajito:
- Conmigo
Me dio un beso en la frente y me abrazo fuertemente. Permanecimos así largo tiempo, prometimos no esconder dudas, rencores o ideas locas, él me respondería todas las veces que yo quisiera preguntar y yo preguntaría siempre que una duda asaltara mi cabeza, me hizo recordar todas las razones por las cuales estábamos juntos y también las sinrazones, nos reímos de mi ataque de celos y decidí que usaré al Inspector Ardilla para fines más loables.
Consejo de un conejo:
A todos aquellos que tengan la intención de hacer algo similar no se los recomiendo. Dejemos de cuestionar tanto y empecemos a confiar un poco más, créanme es muy saludable.
Adiós Inspector Ardilla, espero no volver a verte en estas circunstancias.
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